El ensordecedor silencio
abruma de nuevo mis oídos, un silencio que tan solo espera el fin con la
muerte, una muerte ansiada… como un náufrago en un desierto de arena, sin agua,
desfallecido… abandonado por las ganas de vivir, azotado por tormentas que,
asido a inútiles delirios, sabe que su suerte está echada… ruega a los dioses
del cielo le envíen un chacal que ponga fin a su destino…
Juguete roto… descuidado por
la abulicia del tiempo. Un juguete noble que otrora gozó de magnánimo esplendor,
su nobleza aún salta a la vista, pero la falta de brillo en sus ojos denotan
tristeza en su interior, vacío… un vacío que tan solo acumula polvo. Un juguete
que quizás ya nadie lo necesite más.
La frágil llama que parecía
reavivada en las brasas por una pequeña brisa parece consumirse de nuevo… Un
silencio ciego se apodera otra vez de la mente… La música alegre que acompasaba
el baile de la llama se esfuma… Mente vacía que tiende a sumirse de nuevo en la
luz de las tinieblas de las que apenas había salido…
Cae la noche, la llama se
ahoga, la oscuridad me envuelve, el silencio me abruma… destino amargo… fin
incierto…
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