—¿Y mis
auriculares? —preguntó él en tono severo pensando que, una vez más, ella, había
alterado el desorden de su vida. Era algo que le fastidiaba mucho, no soportaba
que invadieran su espacio vital volviendo su vida en un caos.
—¿En tu
mochila? —respondió, irónicamente, con otra pregunta a la consulta inquisidora.
Después de tantos años conocía de sobra a su marido.
Los cascos, tal
como ella había pronosticado, estaban guardados en el pequeño bolsillo de su
macuto tras el último viaje que había realizado.
Una mirada...
un ligero movimiento ascendente de la comisura de sus labios... ese pequeño
gesto, fue suficiente para que el caos de su universo siguiera el orden
establecido en sus vidas. Se fundieron en un abrazo...
Se conocían, se
querían, y todo se lo perdonaban sin necesidad de palabras...
BuktopSan
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