martes, 7 de febrero de 2017

Entrada...

"(...) Cuando se levantaban de la mesa de juego y se despedían hasta el día siguiente, dejaban en la estancia una sensación de energía vibrante, como si se aproximara una de esas tormentas que no llega a estallar pero que son capaces  de erizarte todos los pelos del cuerpo con su electricidad estática. A ella le gustaban aquellas mujeres, le gustaban mucho, porque tenían esa presencia y encanto del que ya está de vuelta  y le ha gustado el viaje. Le constaba que no todas habían tenido vidas fáciles. Enfermedades, maridos muertos, hijos díscolos, problemas de familia y, sin embargo, habían dejado atrás cualquier tipo de resentimiento  y rencor contra la vida y llegaban cada día tan alegres como adolescentes a una verbena, tan sabias como reinas de Egipto. Si con suerte llegaba a ser anciana algún día, le gustaría ser así, como ellas, independientes y a la vez tan arraigadas a sus orígenes, energéticas y vitales, desprendiendo esa sensación de triunfo sobre la vida que produce ver a uno de esos hombres y mujeres ancianos que viven sacando partido a cada día sin pensar en la muerte. O quizá pensando en ella para robarle otro día, otra hora."


De "El Guardián Invisible" de Dolores Redondo

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