lunes, 18 de mayo de 2015

Entrada...

"Sus preciosos ojos ejercían un irresistible poder de atracción sobre todo el que se asomaba a ellos, pero cuando lo hacía él, se sentía el hombre más afortunado del mundo.

El tiempo transcurrido y sobre todo las diferentes circunstancias de sus actuales vidas les habían hecho cambiar.

Su relación ya no se sustentaba en un compromiso de deber, él había dejado de refrenar sus emociones hacía ella. Su espontaneidad  le deshacía, quebraba su rigidez mental y tenía poco que ver con la mentalidad estricta, a veces inflexible, que le caracterizaba. Pero sin duda, era su sonrisa lo que le dejaba más desprotegido y sin su coraza de hombre recio, hasta llegar a desear perderse en su mundo. (...)"


De “El ginete del silencio” de Gonzalo Giner



No hay comentarios:

Publicar un comentario