"Por eso pasamos por muchas vidas y por
muchas muertes, saliendo de un punto que nadie sabe, y dirigiéndonos a otro que
tampoco conocemos. Acostúmbrate al hecho de que muchas cosas en la magia
no son ni serán nunca explicadas. Dios resolvió hacer ciertas cosas de
cierta manera, y el por qué hizo esto es un secreto que sólo él conoce…
-El hecho es que esto sucede… Y
cuando las personas piensan en la reencarnación, siempre se enfrentan con una
pregunta muy difícil: si en el comienzo existían tan pocos seres humanos sobre
la faz de la Tierra, y hoy existen tantos, ¿de dónde vienen esas nuevas almas?
Brida estaba con la respiración
suspendida. Ya se había hecho esta pregunta a sí misma muchas veces.
-La respuesta es simple dijo Wicca,
después de saborear por algún tiempo la ansiedad de la joven-. En ciertas
reencarnaciones, nos dividimos. Así como los cristales y las estrellas,
así como las células y las plantas, también nuestras almas se dividen.
Nuestra alma se transforma en dos, estas
nuevas almas se transforman en otras dos, y así en algunas generaciones,
estamos esparcidos por buena parte de la Tierra.
-¿Y sólo una de estas partes tiene la
conciencia de quién es? -preguntó Brida. Guardaba muchas preguntas, pero
quería hacerlas una por una; ésta le parecía la más importante.
-Hacemos parte de lo que los alquimistas
llaman el Anima Mundi, el Alma del Mundo -dijo Wicca, sin responder a
Brida-. En verdad, si el Anima Mundi se limitara a dividirse, estaría
creciendo pero también quedándose cada vez más débil. Por eso, así como
nos dividimos, también nos reencontramos. Y este reencuentro se llama Amor. Porque
cuando un alma se divide, siempre se divide en una parte masculina y una
femenina.
Así está explicado en el libro del
Génesis: "el alma de Adán se dividió, y Eva nació de dentro de él."
Wicca se detuvo, de repente, y se quedó
mirando la baraja esparcida sobre la mesa.
-Son muchas cartas -continuó- pero
forman parte de la misma baraja. Para entender su mensaje las necesitamos
a todas, todas son igualmente importantes. Así también son las
almas. Los seres humanos están todos ínter ligados, como las cartas de
esta baraja. En cada vida tenemos una misteriosa obligación de
reencontrar, por lo menos, una de esas Otras Partes. El Amor Mayor, que
las separó, se pone contento con el Amor que las vuelve a unir.
-¿Y cómo puedo saber que es mi Otra
Parte? -Ella consideraba esta pregunta como una de las más importantes que
habla hecho en toda su vida.
Wicca se rió. Ella también se
había preguntado sobre eso, con la misma ansiedad que aquella joven que tenla
enfrente. Era posible conocer a la Otra Parte por el brillo en los ojos:
así, desde el inicio de los tiempos, las personas reconocían a su verdadero
amor. La Tradición de la Luna tenía otro procedimiento: un tipo de visión
que mostraba un punto luminoso situado encima del hombro izquierdo de la Otra
Parte. Pero todavía no se lo contaría; tal vez ella aprendiese a ver ese
punto, tal vez no. En breve tendría la respuesta.
–Corriendo riesgos -le dijo a
Brida-. Corriendo el riesgo del fracaso, de las decepciones, de las
desilusiones, pero nunca dejando de buscar el Amor. Quien no desista de
la búsqueda, vencerá.
Brida recordó que el Mago había dicho
algo semejante, al referirse al camino de la magia. "Quizá sea una
cosa sola", pensó.
Wicca comenzó a recoger la baraja de la
mesa, y Brida presintió que el tiempo se estaba agotando. Sin embargo,
quedaba otra pregunta por hacer.
-¿Podemos encontrar más de una Otra
Parte en cada vida?
"Sí -pensó Wicca con cierta
amargura-. Y cuando esto sucede, el corazón queda dividido y el resultado
es dolor y sufrimiento. Sí, podemos encontrar tres o cuatro Otras Partes,
porque somos muchos y estamos muy dispersos." La chica estaba haciendo las
preguntas certeras, y ella necesitaba evadirlas.
-La esencia de la Creación es una sola
-dijo-. Y esta esencia se llama Amor. El Amor es la fuerza que nos
reúne otra vez, para condensar la experiencia esparcida en muchas vidas, en
muchos lugares del mundo. Somos responsables por la Tierra entera, porque
no sabemos dónde están las Otras Partes que fuimos desde el comienzo de los
tiempos; si ellas estuvieran bien, también seremos felices. Si estuvieran
mal, sufriremos, aunque inconscientemente, una parcela de ese dolor.
Pero, sobre todo, somos responsables por reunir nuevamente, por lo menos una
vez en cada encarnación, a la Otra Parte que con seguridad se cruzará en
nuestro camino. Aunque sea por unos instantes siquiera- porque esos
instantes traen un Amor tan intenso que justifica el resto de nuestros días…
-También podemos dejar que nuestra Otra
Parte siga adelante, sin aceptarla o siquiera percibirla. Entonces
necesitaremos más de una encarnación para encontrarnos con ella. Y, por
causa de nuestro egoísmo, seremos condenados al peor suplicio que inventamos
para nosotros mismos: la soledad…"
(Paulo Coelho - "Brida")
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