domingo, 28 de junio de 2015

El cántaro roto...

En una pequeña aldea situada en un desierto, vivía un hombre que cada mañana traía agua desde un manantial ubicado a unos pocos kilómetros de distancia.
 

Colocaba dos grandes cántaros a ambos lados de una gruesa barra de madera que, a su vez, apoyaba en sus hombros. Y así, con la alegría en el cuerpo y una sonrisa en el alma, comenzaba un camino que siempre era el mismo.
 

Tardaba más o menos una hora en llegar hasta el manantial. Una vez allí, se sentaba un rato a descansar y después llenaba los dos cántaros para iniciar el regreso.

Aunque eran parecidos, había una diferencia importante entre ambos recipientes. Uno cumplía a la perfección su trabajo, pues mantenía toda su agua intacta durante el trayecto. En cambio, el otro, debido a una pequeña herida en uno de sus costados, iba perdiendo agua durante el regreso; tanta que, al llegar de nuevo a la aldea, había perdido la mitad de su contenido.

Este último cántaro, conforme pasaban los días, se sentía cada vez más y más triste, pues sabía que no estaba cumpliendo con su trabajo. Y aun así no entendía por qué su dueño no lo arreglaba o, directamente, lo sustituía por otro. “Quizás”, pensaba, “esté esperando el momento en que me rompa totalmente para cambiarme por uno más nuevo”.

Llegó el día en que ya no pudo aguantar más y, aprovechando, que el aguador lo abrazaba entre sus manos para llenarlo de agua, se dirigió a él:
 

    - Me siento culpable por hacerte perder tiempo y esfuerzo. Te pido que me abandones y me cambies por otro más nuevo, pues ya ves que soy incapaz de servirte como debiera.
 

   - ¿Qué? -contestó el aguador, extrañado-. No te entiendo, ¿por qué dices que no me sirves?
 

    -Acaso no te has dado cuenta de que estoy roto y voy perdiendo la mitad del agua durante el camino de vuelta.

El aguador, conmovido, mostró una pequeña sonrisa, la abrazó junto a su pecho y le dijo en voz baja:
 

    - No eres mejor ni peor, simplemente eres diferente y justamente por eso te necesito.
 

El cántaro no entendía nada.
 

    - Mira, vamos a hacer una cosa - le contestó el aguador -. Hoy, durante el trayecto de vuelta quiero que te fijes bien a qué lado del camino crecen flores.


(Cuento Popular)

miércoles, 24 de junio de 2015

Entrada...

"... se había lanzado al sexo como un zorro en un gallinero. Era lo único que podía aliviar un poco su hambre...

Cada noche esperaba a descubrir por qué orilla del amor optaba su nueva amante. ¿la feroz pasión animal y cruda emoción? ¿o la lentitud, moderación, dulzura y tranquilidad? Cualquiera le complacía. Probablemente la noche siguiente escogería a una que preferiría la orilla opueta.

Así se iba forjando la reputación como amante feroz y amable, duro y suave. Nadie se daba cuenta de la contradicción y cada mujer estaba convencida de que había conocido su persona real. Como si él se atreviera a mostrar su verdadera naturaleza (...)"


De “El Proscrito” de Jon Courtenair Grimwood

Atardecer...


jueves, 18 de junio de 2015

Cita...

"Hay momentos en la vida que nos marcan para siempre... momentos que marcan un antes y un después... dejan huellas que nada puede borrar por que quedan marcados en nuestros corazones."

jueves, 11 de junio de 2015

Entrada...

"¿Cómo sería haber vivido siempre en el mismo sitio? Poder decir: éste es el escalón en el que tropecé cuando era niño, escalé este muro por una apuesta, allí estaba el banco en el que dí el primer beso y en aquella puerta el segundo. ¿Sería maravilloso pertenecer a un lugar? ¿O los que viven así sueñan con conocer mundo?"


De “El Proscrito” de Jon Courtenair Grimwood

miércoles, 10 de junio de 2015

Coldplay - Cemeteries of London


Leyenda sobre el descubrimiento del café...

Un día como otro cualquiera, allá por el año seiscientos, un pastor llamado Kaldi salió con sus cabras a la montaña. Los montes eran frondosos, ricos en pastos y llenos del colorido que le daba una enorme variedad de plantas. Kaldi despertó de la siesta porque sus cabras se comportaban de manera extraña: estaban nerviosas, no paraban de saltar y más que balar parecía que se tronchaban de risa. En resumen, ¡estaban como cabras!. Observó a los animales y comprobó que la fiesta empezaba cuando comían unas apetitosas bayas rojas que crecían en racimos en un arbusto.
 

Cortó una rama de aquella especie de cerezas y se la llevó a un monje sabio de un convento que había en el valle. El sacerdote, tras escuchar la historia que le contó Kaldi, decidió cocinar aquellas frutas carnosas. El resultado fue tan amargo que arrojó con desprecio las ramas al fuego. Pero en ese instante, el agradable olor que desprendieron las semillas al tostarse con las brasas del fogón les hizo pensar que los animales no podían estar equivocadas cuando volvían una y otra vez a comer en los arbustos de frutas encarnadas.
 

Así fue como Kaldi y el monje sabio descubrieron que tostando las semillas se podía hacer una infusión rica y estimulante. Al pastor ya nunca le fallaron las fuerzas para, después de desperezarse y preparar una infusión de buna, subir montaña arriba con sus cabras.

sábado, 6 de junio de 2015

El hombre que lloraba perlas

"Un hombre encontró una taza mágica y descubrió que si lloraba en su interior, las lágrimas se convertirían en perlas. Sin embargo, a pesar de haber sido siempre pobre, era un hombre feliz y raramente soltaba una lágrima. Buscó y encontró maneras de entristecerse para que de ese modo sus lágrimas le hicieran rico. A medida que aumentaban las perlas, aumentaba también su avaricia. La historia termina con el hombre sentado encima de una montaña de perlas, cuchillo en mano, llorando en vano en el interior de la taza y con el cuerpo inerte de su amada esposa entre sus brazos."

viernes, 5 de junio de 2015

Cita...

"La vida es demasiado corta para desaprovechar las oportunidades de disfrutar"

lunes, 1 de junio de 2015

Cita...

"El amor nos lleva a tolerar cosas que tal vez no aceptaríamos en circunstancias normales."