“(…) ¿Usted cree que yo podría llegar a ser padre?
(...) Un hombre con cabeza, corazón y alma. Un hombre que sea capaz de
escuchar, guiar y respetar a una criatura, y de no ahogar en ella sus propios
defectos. Alguien a quien un hijo no sólo quiera por ser su padre, sino que le
admire por la persona que es. Alguien a quien quiera parecerse” (…)
(…) El matrimonio y la familia no son más que lo que
nosotros hacemos de ellos. Sin eso, no son más que un pesebre de hipocresías.
Morralla y palabrería. Pero si hay amor de verdad, del que no se habla ni se
declara a los cuatro vientos, del que se nota y se demuestra… (…) …con el
tiempo verá que lo que cuenta a veces no es lo que se da, sino lo que se cede.
(…)
(…) Esta vida vale la pena vivirla por tres o cuatro
cosas, y lo demás es abono para el campo. Yo he hecho mucha tontería ya, y
ahora sé que lo único que quiero es hacerla feliz y morirme algún día en sus
brazos. (…) …ella es así y yo la quiero como es, sin que me cambien ni un pelos
de esos que le salen en la barbilla. (…)”
De “La Sombra del Viento” de Carlos Ruiz Zafón